Un hombre sabio puede ser aquél que ha leído, estudiado y viajado, un hombre que sabe la posición de las constelaciones o sabe distinguir y describir las columnas arquitectónicas según su estilo.
Pero, no se puede reducir a la sabiduría sólo a la obtención de conocimiento y al uso adecuado de esta.
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La sabiduría comprende un equilibrio entre la lógica y la voluntad, es en donde se forja la personalidad que se refleja en el carácter sostenido con las emociones.
Un hombre sabio es aquél que sabe callar cuando las palabras no tendrán sentido o en todo caso, el que habla ocupando el tono y las palabras adecuadas para un fin.
Lo que leerás a continuación no es la guía volumen 1 para ser un hombre sabio, pero es un buen inicio para poner en práctica.
1. Templanza.
Es decir, ser moderados para no caer por las adversidades o tentaciones que se presenten. Es estar fuertes pero a la vez flexibles para continuar.
2. Paciencia.
Saber esperar, no precipitarse, dar protagonismo al tiempo para que haga lo suyo mientras uno se ubica en sí mismo y tome la mejor decisión o asimile sus emociones.
3. Adaptación.
Es decir, cambiar con el cambio para sobrevivir, para subsistir, renacer o renovarse.
No es el conformismo de cambiar por cambiar, sino de reinventarse logrando una mejor versión.
4. Prudencia.
Es decir, ser cauteloso, ir con cuidado usando la sensatez. Es la capacidad de distinguir y discernir entre lo bueno y lo malo para saber cuándo huir o cuándo quedarse.
5. Valor.
Valor de valentía, de estar tan enteros que la primera y única opción sea dar la cara, afrontar sin tener que confrontar.
Seguramente habrá más palabras en el vocabulario y actitud del hombre sabio, pero llevar a cabo estas 5 es un buen reto para comenzar.
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