El primer año de vida define el éxito de una persona… ¡Lo dice la ciencia!
Todas sabemos e intuimos que la infancia es un período clave en la vida de cualquier persona, pues es donde formamos nuestra personalidad y carácter y donde absorbemos la mayor cantidad de información de lo que nos rodea.
Ahora bien, dentro de este período de 0 hasta 11 años, ¿cuál es el año más determinante?
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Por ejemplo, en los años 80, una neonatóloga de Filadelfia llamada Hallam Hurt estudió cómo era el comportamiento y desarrollo de niños con madres adictas, y descubrió que estos menores presentaban un coeficiente inferior a la media.
Se trata de niños de 4 años, cuyo coeficiente intelectual alcanzaba 82 u 83, cuando el resto de los niños con madres normales tenían un promedio de 100.
Una vez identificada esta tendencia, Hurt comenzó a identificar qué elementos tenían en común los menores con coeficiente más bajo.
Como era de esperarse provenían no sólo de un hogar pobre, en donde no tenían muchos recursos para aprender y desarrollar todo su potencial; sino que también sus madres no hablaban en tono afectuoso ni mucho menos les expresaban amor.
De esta manera, el estudio concluyó que aquellas madres que son más cariñosas y les ofrecen la atención adecuada a sus pequeños, por lo general tiene hijos con un coeficiente intelectual más elevado.
La ciencia siguió averiguando…
Posteriores investigaciones revelaron que el niño al nacer cuenta con casi 100.000 millones de neuronas, casi las mismas que en la edad adulta, y es en el primer año de vida en donde absorbe una cantidad importante de información que construye importantes redes neuronales, y que se refuerzan con la repetición.
Y si bien, antes se pensaba que el niño aprendía por pasos, es decir, primero sonidos, luego comprende palabras, más tarde conjuntos de palabras; ahora se sabe que desde el minuto 1 de su nacimiento, el niño comienza a desarrollar todas las habilidades en conjunto, incluso las reglas lingüísticas.
Pero además de todo, los investigadores destacaron las diferencias tan marcadas que tienen los niños de familias pobres y de otras con más recursos.
Por ejemplo, los niños de familias acomodas -hijos de profesionales con estudios universitarios- manejaban en los primeros 3 años de vida, un total de 2.153 palabras / hora; mientras que a los de familias pobres, apenas 616 palabras / hora.
Esa diferencia llagaba a representar 30 millones de palabras, a los 4 años de edad.
De esta manera, no sólo el cariño que se demuestra durante el primer año de vida es determinante, sino que la condición económica y educación de los padres es determinante en las oportunidades de éxito de una persona.
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