Esa hora de más o de menos que tenemos 2 domingos al año sí nos cambia la jugada.
La cosa va mucho más allá de sólo sentir que dormiste de más o de menos, o de alargar la fiesta un domingo de octubre y cortarla antes un domingo de abril.
Este cambio de horario tiene afectaciones directas a nuestra salud y nuestro organismo. ¡No estás loco! Esto es una realidad confirmada científicamente.
¿De dónde salió la idea de cambiar de horario?
El primer cambio de horario registrado en la historia fue en 1784 en Estados Unidos, cuando Benjamin Franklin propuso algunas medidas para ahorrar energía.
La medida volvió a aplicarse en E.U. durante la Primera Guerra Mundial para ahorrar combustibles y se volvió una situación regular en muchos países en 1974, a partir de la crisis del petróleo para aprovechar la luz del sol y consumir menos electricidad.
La efectividad de este método de ahorro de energía sigue siendo cuestionada por muchos expertos, pero no parece que vaya a desaparecer pronto, así que seguiremos jugando con esa hora extraña 2 veces al año, por lo menos por algún tiempo.
¿Cómo afecta a nuestro organismo?
Los expertos aseguran que el cambio de horario no tiene una repercusión negativa en nuestra salud, pero sí nos afecta de una manera similar al jet lag que experimentamos después de viajar durante horas.
Esto explica por qué nos sentimos sumamente cansados hasta 2 días después de cambiar de horario (siendo esto mucho más marcado en primavera, cuando «perdemos» una hora) y podemos estar de mal humor e incluso más agresivos de lo normal.
Estos primeros 2 días después de atrasar nuestro reloj podemos encontrarnos decaídos, ansiosos, irritables, somnolientos, nerviosos, y distraídos. A esto le debemos sumar que, por la noche, será mucho más difícil conciliar el sueño, haciendo que estos síntomas se repliquen por más días.
La falta de sueño, como siempre, tiene repercusiones más profundas en nuestro cuerpo, debilitando nuestro sistema inmunológico, lo que nos hace propensos a más enfermedades; aumenta nuestro estrés y reduce nuestra habilidad para tolerar la frustración.
Así que si estos días estás de genio, te da gripa, de enfermas del estómago y te encuentras un poco deprimido, ¡no estás loco! El cambio de horario sí nos afecta.
La buena noticia es que estas alteraciones a nuestro ritmo circadiano duran aproximadamente 72 horas, lo que tarda nuestro cuerpo en adaptarse al nuevo horario.
Por lo pronto puedes hacer una hora extra de ejercicio para terminar cansado y dormir mejor por las noches, evitando todos los puntos negativos de comerte una hora 2 veces al año.
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