Se llama el Síndrome del Impostor y consiste en simular que eres mejor o más capaz de lo que en realidad eres, ¿cuándo entra en acción? cuando se permita, pues de lo que se trata es de quedar bien, dejar una buena impresión que te ayude a resaltar y ser el mejor candidato.
Cifras señalan que 70% de la gente experimentará este síndrome en algún momento de sus vidas.
Este síndrome lleva beneficios a quien lo manifiesta, ya que el hecho de estar en riesgo de ser descubierto obliga a las personas a esforzarse más de lo que se esperaba con tal de cubrir sus propias deficiencias, es decir, resulta una motivación extra para realizar ciertas tareas.
Pero esto no nos lleva a celebrar, pues, una farsa es una farsa y la ciencia lo sabe. Según un estudio reciente publicado en la revista Frontiers in Psychology, el síndrome del impostor puede traer consecuencias negativas.
Entre los efectos adversos que conlleva está el estrés, pues la persona se sentirá constantemente presionado o en ambientes de tensión para seguir con la apariencia que maneja.
Por otro lado, sí puede ser capaz de limitar la perspectiva de carrera de las personas, llevándolos a creer en sus propios méritos, que en realidad, son dudosos.
Para llegar a esta conclusión, los especialistas se acercaron a 238 universitarios con experiencia laboral y les aplicaron encuestas con respecto trabajo, satisfacción personal, flexibilidad laboral, concepto de éxito y qué tan valorados se creían en su trabajo.
Los universitarios también debían emitir respuestas con frases como: «puedo dar la impresión de que soy más competente de lo que realmente soy», por lo que se registraron respuestas significativas pues las personas con niveles más altos de síndrome de impostor fueron menos optimistas acerca de sus perspectivas de futuro laboral y menos satisfechos con su situación actual.
Además se encontró una tendencia entre salarios más bajos y ser menos promovidos. Para los especialistas esto se debe a que cuando alguien se siente como fraude, es probable que no quiera molestarse en alcanzar nuevos retos, «como los impostores sienten que tienen menos recursos de adaptación y son menos optimistas con respecto a su carrera, su percepción de mercado interno disminuye.»
Para quitar el mal sabor de boca, los investigadores proponen que se planifique como si se tuviera éxito. Esto nos orillará a estar actualizados y a tener la mente abierta para estar atentos a las oportunidades, es decir, ser un impostor hasta que logres el éxito real.
Entonces, si tomas este estrés como algo positivo y lo canalizas en actividades que te ayuden a llegar al éxito, tu carrera como impostor puede haber sido lo mejor que te pase.
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