Mientras te enfocas en demostrarle al mundo que vales la pena, te estás demostrando a ti mismo que no eres protagonista de tu vida.
Es decir, formas parte de ella, pero no estás tomando las riendas de forma adecuada, solo sigues la corriente.
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Incluso, podrías ser el villano, porque en todo momento te estás saboteando o haciendo menos para complacer a los demás.
No eres el protagonista de tu vida, porque estás permitiendo que otros te pisoteen y te das lo mínimo.
Si quieres hacer algo al respecto, darte tu lugar, ser el protagonista y el que manda en tu vida, es momento de evitar estas acciones:
5 señales de que no eres protagonista de tu vida
1. No expresas tu punto de vista.
Sí, es tu vida, pero no eres el protagonista de ella ni el que tiene el mando. Porque jamás expresas lo que quieres o necesitas.
Pero eso sí, dejas que cualquier persona opine o critique tus acciones. Lo peor es que no lo hacen de una forma que te impulse a ser mejor.
Si no que te hacen sentir peor contigo mismo y hasta te hunden más.
2. No pones límites.
Tu vida está enfocada en que otro sea protagonista, pero tú nunca, porque no has establecido límites.
Y las pocas veces que lo has hecho, has permitido que otros los sobrepasen para quedar bien con ellos o para que te aprueben.
Al final, solo haces lo que otras personas quieren y que a ti te lastimen, pero crees que es el camino correcto para que algún día te brinden lo que mereces.
Sin embargo, si tú no te respetas a ti mismo, nadie más lo hará, porque seguirán tu ejemplo.
3. No hablas de tus preocupaciones.
Sientes que no puedes hablar de forma libre y honesta de lo que pasa en tu vida, porque podrías molestar a alguien.
Incluso, minimizas lo que sientes porque otros te han hecho creer que no eres importante o que tus problemas no lo son.
Prefieres quedarte callado para no ser señalado, regañado o humillado, que hablar para hacerte respetar.
4. Te comparas con otras personas.
Quieres ser el protagonista de tu vida, pero vives envidiando la de otra persona o comparándote y haciéndote menos.
No puedes apreciar tus cualidades ni habilidades, solo te enfocas en verte como alguien que le hace falta algo o que no ha logrado lo mismo que las personas de su entorno.
Al compararte, solo te enfocas en lo que no tienes, pero no eres capaz de valorar lo que ya posees o en lo que necesitas para alcanzar tus objetivos.
Si pasarás menos tiempo deseando lo que otros tienen y más en trabajar en tus objetivos, la historia sería muy diferente.
5. Todo es un chiste.
Crees que necesitas hacer reír a los demás para que te noten y te consideren valioso, lo haces por encajar y no porque te nazca.
Incluso, crees que burlarte de ti mismo es la opción correcta, pero eso causa que otros se aprovechen de ti y te pisoteen.
No necesitas ser el payaso de nadie para que te aprueben y menos cuando no es gracioso hacerte menos a ti mismo.
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