Muchas personas se quedan con las ganas de hacer más cosas en su vida, no se atreven a dar pasos importantes por miedo a fracasar.
Lamentablemente, esos pasos que no te atreves a dar, las palabras que no pudiste expresar, los planes que no ejecutaste y las relaciones que no tuviste, dejan una huella imposible de borrar.
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Si tu día a día se caracteriza por una cadena de sucesos que, a pesar de que no te gustan, tampoco te animas a buscarles una solución.
Aunque sea en forma de negociación por temor o porque sencillamente no crees que valgan la pena, te estás ahogado en la inacción.
El no participar de forma activa en tu vida solo te encadena al conformismo y probablemente a obtener menos de lo que te mereces.
Los pasos que no te atreves a dar, también dejan huella en ti y en tu vida
Pueden ser innumerables los motivos que impulsan a ciertas personas a negarse a participar de manera activa en los procesos de la cotidianidad, pero esto no le resta responsabilidad.
La pasividad no te libera de culpas, por el contrario, tienes un nivel de culpabilidad similar al otro.
La culpa o la responsabilidad recaen en aquel que, teniendo el acceso a las herramientas, no las maneja para solventar la problemática, al contrario, decide callar para no involucrarse.
Es un acto de debilidad y cobardía tremendo el no intervenir para no ser partícipe de una situación.
En la que quizás tu grano de arena contribuirá a la obtención de una solución.
Prefieres no dar grandes pasos por temor a fracasar…
Algunas personas se paralizan ante el miedo que les produce enfrentar ciertos eventos por temor a lo que les pueda suceder o ante la posibilidad de perder algo.
En distintas ocasiones, por temor a perder un empleo bien remunerado o que realmente te guste, es posible que llegues a permitir que tu jefe te maltrate de forma psicológica o que te falte al respeto-
Esta decisión, aunque más adelante te desate incomodidades, puede llegar a frustrarte como persona y a perjudicar tu autoestima.
Te niegas rotundamente a dar ese paso partiendo de la base de que, si no actúas, nada pasará, pero tu inacción tarde o temprano te cobrará factura.
Cada acción que se emprenda, por más pequeña que sea, terminará por afectar a otros y a ti mismo de forma positiva o negativa.
Pero al no hacer nada, también lo hará, lo cual deja sin sentido el esconderte detrás de los miedos, basados en acontecimientos que ni siquiera han sucedido.
Aislarte del mundo y quedarte encerrado en tu casa por temor no solucionará tus problemas.
Más pasos, menos excusas:
Para justificar nuestros comportamientos o algunos de los pasos que no damos.
En ocasiones, empleamos excusas que no son más que el enmascaramiento de aquello que abiertamente decidimos no hacer.
Ser el espectador de tu propia vida sin tomar las riendas, provocará que no logres las cosas que deseas o que otros la manejen a su conveniencia.
Requiere de mucha valentía asumir las riendas de tu propia vida y tomar la responsabilidad de tus aciertos y desaciertos, pero de eso se trata de caminar, tropezarte, caer y volver a levantarte.
¡Cambia tu manera de pensar!
Si no actúas por miedo a equivocarte o a cometer errores que te alejen de tus metas o de las personas que quieres, puede suceder que de igual forma tu falta de acción e interés contribuyan a que termines por perderlos.
Lo peor que te puede pasar es que te equivoques, y podemos asegurarte que siempre existen otros caminos u opciones, las cosas se pueden solucionar.
Siempre existe la posibilidad de equivocarnos, pero la vida, día tras día, también te brindará nuevas oportunidades para recomenzar.
Sólo tú tienes la capacidad y la libertad para elegir y construir la realidad diariamente.
Así como la cantidad de pasos que decidas dar para dejar tus propias huellas y marcar tu camino.
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