El arte está hecho para que todos lo disfrutemos, aunque este objetivo se contradiga un poco con la oportunidad que tienen ciertos coleccionistas de encerrarlo lejos de los ojos del mundo.
Sergei Shchukin, un industrialista ruso, acumuló una fortuna impresionante entre la que se encuentran 278 obras de arte que no han salido de Rusia en más de 100 años.
Su increíble colección de arte tiene piezas de Matisse, Degas y Picasso que quizá ya nadie se acordaba que existían, conformando una de las colecciones más finas del mundo.
Después de la Revolución de Febrero, este empresario emigró a Paris y en 1918 su fortuna, con toda su colección, pasó a ser parte del estado Ruso y de las oficinas de Lenin. Dicen que él había dejado indicado que a su muerte, su colección se hiciera pública, pero las pinturas permanecieron ocultas durante décadas mientras Stalin estuvo en el poder.
Poco a poco fueron reapareciendo en las paredes de los museos más importantes como el Hermitage y el Pushkin. Desde la década de los 70, muy pocas personas han podido apreciar la maravilla de estas piezas. Si han ido al Hermitage lo más seguro es que ni siquiera hayan reparado en que se trata de obras que el resto del mundo jamás ha visto.
Afortunadamente, a partir del 22 de octubre de este año, la colección Schukin sale de Rusia por primera vez y viajará hacia Paris para ser exhibida en la Fundación Louis Vuitton.
Esta fundación lleva años fortaleciendo su relación con los museos rusos. De hecho, los que hayan podido estar en la inauguración en 2015, habrán visto varias obras del Hermitage y del Museo del Estado Ruso. Para agradecerles la buena voluntad y el préstamo de estos cuadros, les prestarán también algunas piezas valiosísimas que tienen entre sus paredes, para ser exhibidas para el disfrute de los amantes del arte en Rusia.
Si viajan a Paris después del 22 de octubre podrán conocer 12 obras de Gauguin, 8 de Cézanne, 8 de Monet, ¡22! obras de Matisse y 29 de Picasso, entre pasteles, collages, dibujos y más.
Imagínense lo que será esta exhibición, con piezas de algunos de los artistas más influyentes del todos estos movimientos que tanto amamos, expuestas ante nuestros ojos sin que supiéramos en dónde habían terminado.
Estas obras, en su mayoría francesas, regresan momentáneamente a casa después de más de 100 años de haber cruzado las fronteras para encerrarse en el palacete de Shchukin.
Algunas son muy conocidas, pero muchas otras son piezas a las que incluso los historiadores les habían perdido la pista porque la colección incluye dibujos y bosquejos que parecían haberse perdido en el olvido.
Afortunadamente hoy se rescatan y se acercan un poco más a los amantes del arte mundial que se darán cita en Paris para admirarlas y después, ya conociendo su paradero, podrán planear una nueva visita a Rusia para seguirlas contemplando.
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