Muchas veces, después de que una relación no funciona juramos que nuestra ex o la involucrada fue la que nos rompió el corazón, pero la realidad es otra.
Le damos toda la responsabilidad a la otra personas y nos olvidamos de lo que nosotros hicimos o no pudimos ver.
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Hay relaciones que están destinadas al fracaso y a las cuales nos aferramos a creer que podemos hacerlas funcionar.
También ignoramos las señales o banderas rojas de que ese amor no nos conviene o no es correspondido y todo esto da como resultado que nuestro corazón salga herido.
El problema es que no aceptamos nuestra culpa y juramos que ella nos rompió el corazón, pero la realidad es que nosotros solitos provocamos su destrucción.
Y no, no nos referimos a los malos tratos, violencia o faltas de respeto, porque eso nunca tú lo provocas, eso es problema de quien lo hace.
Si no a aquellas cosas que estuvieron ahí y nos gritaron que ella no era la buena y que decidimos ignorar por “amor”.
3 señales de que ella no te rompió el corazón (tú solito lo hiciste)
1. Malinterpretaste su interés.
Una señal de que ella no te rompió el corazón es que tú quisiste creer que su amabilidad y atención eran un signo de interés amoroso.
Sin embargo, ella solo estaba siendo amable y respetuosa, porque así lo es con todo el mundo.
Que te tratará de la misma forma que los demás y que no hubiera una diferencia notable era una señal de que no le gustabas y tampoco le interesaba conocerte más.
Incluso, que tú fueras todo el tiempo hacia ella o que dieras todos los pasos en su “relación”, era porque no existía tal.
Tú eras el único que estaba involucrada y ella solo estaba aceptando lo que le brindabas de forma gratuita.
2. Tener cosas en común no es sinónimo de ser el uno para el otro.
Muchas veces, creemos que si una mujer tiene gustos en común con nosotros es una clara señal del destino, pero no es así.
Que le gustaran las mismas cosas que a ti no era un indicio de amor, sino de que eran compatibles, pero no amorosamente.
Eran 2 personas que disfrutaban de lo mismo, se acompañaban y la pasaban bien, pero esto no quiere decir que terminarán en una relación amorosa.
3. Siempre esperabas algo más.
En tu mente siempre estaba presente su interés y su amor, creabas escenarios en donde ella te decía que te quería o te llegaba con alguna sorpresa.
Es decir, tus expectativas eran altas y te aferraste tanto a ellas que solo vivías de puras ilusiones. Al final, te molestabas con ella por no hacer lo que en tu mente estaba planeado.
El primer problema es que creaste un personaje que te amaba y no pudiste ver que ella no sentía el mismo interés que tú.
Y el segundo problema fue que jamás te atreviste a hablar claro o a expresarle lo que sentías, simplemente dejaste que todo fluyera como tú querías, pero la realidad te despertó de un golpe.
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