Abrazar a alguien que amamos es una forma íntima e intensa de expresar nuestras emociones. Con los abrazos transmitimos cariño, alegría y podemos “calmar” el dolor y la tristeza.
Al estar en los brazos de alguien sabemos que todo estará bien o que podemos contar con esa persona de forma incondicional, en las buenas y en las malas.
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Los abrazos no solo nos ayudan a conectarnos con los demás y expresar lo que sentimos, sino que también tienen un efecto muy positivo sobre el equilibrio emocional y la salud del cerebro.
El poder de los abrazos…
Cuando alguien nos abraza, el contacto físico activa los receptores de presión que tenemos en nuestra piel, que también se conocen como corpúsculos de Pacini.
Responden principalmente a la presión profunda. Estos receptores envían inmediatamente señales al nervio vago.
Comenzamos a sentirnos bien porque ese nervio está conectado con fibras nerviosas que alcanzan diferentes pares craneales.
Y desempeñan un papel importante en la regulación de la mayoría de las funciones clave del cuerpo, incluida la presión arterial.
El resultado de un abrazo y la estimulación del nervio vago, disminuyen la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
El nervio vago juega un papel importante en el sistema parasimpático, que representa una especie de freno de mano cuando estamos bajo estrés o sobreexcitados.
Un abrazo estimula la producción de dopamina, un neurotransmisor conocido como la “hormona del placer”, crea una sensación de satisfacción que alivia el estrés y la tensión.
También se aprecia que un simple abrazo aumenta la producción de oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, que nos permite conectarnos emocionalmente con los demás y confiar en ellos.
¿Cuántos abrazos necesitamos todos los días para ser felices?
En realidad, podríamos vivir sin abrazos, pero sería como morir lentamente, un poco cada día.
Acerca de esto, la terapeuta familiar Virginia Satir dijo:
“Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos para mantenernos como estables y 12 abrazos para crecer”.
Durante un estudio realizado por investigadores de UCLA, se escanearon los cerebros de los participantes mientras estaban sujetos a descargas eléctricas.
Sus parejas los acompañaron durante la prueba y, en algunos casos, se les permitió tomarse de la mano.
Por lo tanto, se encontró que el contacto físico estaba ayudando a lidiar con el estrés de la experiencia y que en estos casos se activaron las áreas del cerebro responsables de mitigar el miedo.
Estos estudios muestran que los abrazos tienen un efecto muy poderoso en nuestros cerebros y nos ayudan a lograr un estado de relajación y confort.
Al mismo tiempo que nos permiten lidiar mejor con el estrés y el miedo. Por lo tanto, incluso si no son 8 abrazos, aún necesitas garantizarte una dosis diaria de abrazos.
De hecho, según estos investigadores, la falta de abrazos y caricias podría ser un factor desencadenante o agravante de los trastornos de la imagen corporal y de una baja autoestima.
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