Las redes sociales llegaron para que podamos conectar con nuestros amigos o familiares que no están cerca o incluso ganar algunos nuevos, sin embargo, no muestran nuestra verdadera personalidad.
No es que sea una fantasía o que finjamos ser alguien que no somos. Simplemente nos estamos “adaptando” a vivir a través de las redes sociales.
Te recomendamos:
Las cosas que debes dejar de esperar de los demás para ser feliz
7 razones por las que ella te ignora, aunque está interesada en ti
Las redes sociales tienen un gran poder…
Hoy en día, las imágenes son tan comunes y frecuentes que nuestra memoria nunca estará vacía.
Cada momento, experiencia, imagen o video se quedan grabados en nuestro cerebro de alguna u otra forma.
Pero nuestro órgano más inteligente no es el único en reservar estas capturas; las redes sociales también lo hacen y entre el pasado y el presente, estos espacios digitales se volvieron el álbum de nuestra vida.
Desde los inicios de Facebook, por ejemplo, millones de personas compartimos fotografías, estados y todo tipo de recuerdos.
Esta forma de memoria digital se volvió tan necesaria que pocos pensamos en el efecto que esta bitácora tendría en nuestra personalidad.
De acuerdo con la historiadora Kate Eicchorn, las redes sociales cambiaron los diarios, las fotografías impresas y hasta las cartas, por la memoria de un disco duro o la nube.
Ahora la infancia de varios niños está plasmada en perfiles de Instagram y algunos de los más jóvenes ya deciden qué fotos postear y cuáles mantener en secreto.
Nosotros tenemos el control sobre nuestra historia en redes sociales.
Elegimos qué queremos compartir con los demás e incluso podemos editar las partes que no nos gustan tanto.
Las redes nos convirtieron en editores expertos de quienes somos o queremos ser.
Eliminamos, editamos, compartimos y seguimos adelante, o tal vez no.
Las redes sociales no muestran tu verdadera personalidad
El peligro está, según Eichhorn, en que las personas buscan establecer nuevas personalidades a través de redes sociales cuando algo no salió de la mejor manera, y no siempre el Internet borra todo.
Siempre que pasamos por un momento difícil, buscamos ser mejores y avanzar.
Sin embargo, a menudo la vida digital y el Internet suelen seducirnos con promesas de hacernos ver como alguien totalmente distinto a lo que somos, pero mantienen ciertos recuerdos ocultos.
Nos ofrecen eliminar todo, pero mantienen cierta información de nuestras identidades pasadas que jamás se borrarán.
Estamos en un limbo entre lo que fuimos y queremos ser, y a esto hay que sumarle los recuerdos que nuestros contactos añaden.
Las sociedades han reconocido muy bien que las personas pueden ser una en las redes sociales y otra en la vida real.
Las redes son ahora la evidencia de los intentos de borrar a quienes fuimos para mejorar lo que seremos, pero no muestran lo que realmente somos.
Constantemente nos recuerdan lo que vivimos y nos sugieren lo que queremos vivir.
Esto afecta nuestra personalidad tarde o temprano, nuestro intento de experimentar libremente, de rehacernos como seres humanos y avanzar.
Por eso, piensa dos veces antes de compartir algo.
En ocasiones pueden ser grandes recuerdos y en otras podrán ser grandes aprendizajes, pero para las redes sociales siempre seremos un par de algoritmos combinados, y no un ser que se transforma y evoluciona.
Síguenos en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.