Este cuento infantil, titulado El señor, el niño y el burro, explica tu vida adulta. Léelo por si ya lo olvidaste y recuérdalo siempre.
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Antes de ir con nuestra reflexión, te dejamos el cuento anónimo que aparece en internet.
El señor, el niño y el burro
Venía un señor por el camino, con un niño de once años que era su hijo, venía también un burro, que le servía al señor para cargar leña. Pero el señor ya había vendido la leña, además, estaba cansado, de manera que se montó en el burro.
Se encontraron con unas personas que venían por el mismo camino. Cuando ya pasaban las personas, el señor oyó que decían: “¡Qué viejo tan egoísta! Va él muy montado en el burro y el pobrecito niño a pie.”
El señor se bajó del burro y le dijo al niño que se montara. Caminaron así un rato, el niño encima del burro y el papá a un lado, a pie, cuando se encuentran con otras personas. En el momento de pasar, el señor oyó que decían: “¡Qué muchacho tan malcriado! Va él muy montado en el burro y el pobrecito viejo a pie.”
Así que el señor le dijo al niño que se bajara del burro. Siguieron así un rato, caminando los dos un poquito detrás del burro y en eso, se encontraron con otros. Cuando ya pasaban, oyó el señor que decían: “¡Qué par de tontos! Va el burro muy descansado, sin carga y a ninguno se le ocurre montarse.”
Entonces el señor se volvió a montar y le dijo al niño que él también se montara. Así iban, moviéndose los dos al mismo tiempo con el paso del burro, y en esto se encuentran con más personas que venían por el camino. Y cuando ya pasaban las gentes, el señor oyó que decían: “¡Qué par de bárbaros! El pobrecito burro ya no puede con la carga.”
El señor se quedó pensando un rato y el dijo al niño: “¿Ya ves, hijo? No hay que hacer caso de lo que diga la gente.”
Conclusión
Es muy fácil encontrarte con opiniones ajenas que desconocen tus motivos y tu criterio, habrá quien te juzgue y critique porque al ver tus decisiones no reflexionarán lo que es estar en tus zapatos.
Además de eso, no le darás gusto a nadie, el cuento El señor, el niño y el burro, lo expone bien.
Siempre habrá alguien que te observe y se crea con el derecho de opinar y, ¡claro que tiene derecho a tener una opinión! Sin embargo, esta no debe afectarte.
En todo caso, es tu responsabilidad escuchar y apropiarte de los comentarios que te aportan algo en la vida.
Así que deja de escuchar lo que los otros tienen que juzgar, observa tus necesidades, prioridades y convicciones y actúa siendo leal a ti.
No tienes que darle gusto a nadie, sólo a ti.
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