Aprende a no tocarte la cara y a cuidar más de ti…
Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró al Covid-19, como una pandemia. Incluso, en México cada día aumenta el número de casos confirmados por coronavirus, hasta el día 17 marzo se han confirmado 82.
Por esto, es importante que tomemos las precauciones necesarias para evitar un contagio y perjudicar a personas cercanas a nosotros.
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Lo principal y básico es lavarse las manos con frecuencia, el lavado debe durar aproximadamente 20 segundos. Estornudar y toser de lado cubriéndote con el antebrazo. También debemos evitar tocarnos la cara.
Lavarnos es un hábito que siempre hemos tenido y solo debemos reforzarlo, pero dejar de tocar nuestra cara puede ser algo imposible.
Muchas personas tienen la manía de tocarse la cara de forma constante, lo hacen sin pensar y sienten que no pueden evitarlo.
Otras personas han comenzado a hacerlo sin querer, su mente les juega mal y aunque saben que no deberían hacerlo, tienden a llevarse las manos a la cara.
De esta forma podrás dejar de tocarte la cara
Tocarte la cara, especialmente alrededor de las membranas mucosas, allana el camino a los virus y a las bacterias para que penetren en tu organismo, te infecten y se hospeden en ti de modo que expandes aún más la enfermedad.
También provoca acné, e incluso se cree que las personas que se tocan la cara continuamente son menos seguras, atentas y presentes que las personas que no lo hacen con tanta frecuencia, según la psicóloga Sanam Hafeez.
Por esto, es importante que aprendas a no tocarte la cara y les ayudes a tus familiares a evitarlo.
1. Cuenta las veces que te tocas la cara.
El primer paso para cambiar un mal hábito es aceptarlo y darte cuenta de que lo estás haciendo. Debes identificar si lo haces por aburrimiento o ansiedad.
Al saber el motivo podrás detenerte y recurrir a un remedio que no te haga daño y te haga sentir mejor.
Si te recuerdas que no te debes tocar la cara cada vez que lo vas a hacer, desarrollarás una respuesta condicionada por la que retirarás las manos en cuanto te lo digas.
2. Ocupa tus manos en otra cosa.
La mejor forma de acabar con una manía es sustituirla por otra manía.
Si sueles apoyar la cara sobre tu mano, intenta tomar la costumbre de sostener algo con esa mano o cruzarte de brazos.
También puedes tener a la mano juguetes u objetos antiestrés para así recurrir a ellos cuando tengas ganas de tocarte la cara.
*Recuerda limpiar y desinfectar los objetos que utilices.
3. Vuélvelo algo incómodo.
Cada vez que te toques la cara o quieras hacerlo, piensa en los millones de bacterias que se están impregnando en tu piel.
Y en que poco a poco se reproducen e infectan más tu cuerpo.
Al tener esa sensación no querrás hacerlo otra vez. El punto es que pienses en algo muy desagradable.
4. Coloca recordatorios.
Pon en tu escritorio o en el lugar donde pases más tiempo una nota que diga NO TE TOQUES LA CARA, sí con mayúsculas para que puedas entenderlo mejor.
También puedes apoyarte de tus compañeros, familia o pareja para que te “castiguen” si llegas a tocarte la cara. El castigo debe ser algo accesible y fácil de realizar para que el asunto no se vuelva un caos.
5. Respira.
Una de las razones más probables de que te toques la cara es por sentir estrés o ansiedad, así que antes de hacerlo.
Respira, cuenta hasta 10 o más y libérate de lo que te está causando un conflicto. Repite las veces que sean necesarias.
6. Date una recompensa.
Terminar con los malos hábitos no siempre es fácil, y más si llevas años tocándote la cara sin preocuparte de tu salud.
Así que, poco a poco ve poniéndote metas que puedas alcanzar. Es decir, si antes de tocabas la cara 10 veces, redúcelo a 5. Si lo logras podrás disfrutar de algo que te guste.
Con el paso del tiempo podrás reducir esas 10 veces a cero y así sentirte un ganador.
7. Explícales a tus hijos qué son los gérmenes.
Si tus hijos tienen al menos tres años, puedes empezar a explicarles qué son los gérmenes y cómo se expanden al tocarse la cara, igual que les explicas la importancia de estornudar tapándose con el codo.
Al explicarles por qué les pides que no se toquen la cara, consigues que se involucren más en el proceso y les haces interesarse en conseguir el objetivo.
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