Para ser un hombre elegante necesitas ser un hombre educado. Tal vez, creas que tu elegancia proviene de tu estilo o de tu ropa, pero te equivocas.
Tu personalidad, amabilidad, respeto y educación te ayudarán a ser un mejor hombre, uno que inspira confianza, es respetado y estimado.
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Si quieres ser un hombre elegante no debes enfocarte en tu apariencia, ni en lo que posees. Debes prestarle atención a tus acciones y tu forma de ser con las personas de tu entorno.
Porque no se trata de que seas el centro de atención de una forma vacía, sino que seas un hombre que está dispuesto apoyar y a impulsar a otros.
5 comportamientos que tiene un hombre elegante
1. Es un buen oyente.
Las personas elegantes siempre parecen tener excelentes habilidades para escuchar activamente.
Suelen prestar atención, concentrarse, comprender, responder y recordar lo que la otra persona dice, no por conveniencia, sino por educación.
2. No se queja.
Un hombre elegante no es perfecto ni tampoco conoce todo a la perfección.
Por esto, está abierto y dispuesto a aprender del mundo. No se queja de lo que no tiene ni tampoco ve problemas en dónde no los hay.
Él prefiere ver la vida como un área de oportunidades infinitas, en donde todo se puede resolver.
3. Piensa antes de hablar.
Él sigue su intuición, pero controla sus impulsos.
Antes de hablar, decir algo hiriente o asegurar algo, prefiere guardar silencio para analizar sus pensamientos e ideas.
No busque tener la razón ni la última palabra, prefiere decir cosas concretas e inteligentes que cosas banales y tontas que lo perjudiquen con el tiempo.
4. No dice chismes y no los escucha.
Un hombre elegante se define por siempre guardar respeto a las demás personas y al no meterse en problemas que no son suyos.
Los chismes son algo que los adultos maduros no deberían hacer, por esto, prefieren alejarse de este tipo de personas, no replicar lo escucharon o simplemente olvidarlo.
5. Trata a los demás como iguales.
Trata a todas las personas que conoce con dignidad y respeto, independientemente de su “estatus”.
Las personas educadas y elegantes tratan a los demás con respeto y como iguales.
La gente verdaderamente elegante no juzga a los demás. La razón es muy simple: ellos no conocen la historia del otro.
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