Sin duda, ¡la leche de almendras! es nuestra preferida, y tenemos muchísimas razones para que así lo sea.
Comencemos por decir que la leche de almendras se obtiene al moler la semilla y mezclarla con agua; por lo que NO comparte los ingredientes de la leche convencional.
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Ahora bien, sobre sus propiedades nutricionales, te aseguramos que esta bebida no tiene nada que envidiarle al resto de las leches.
La leche de almendras es rica en vitamina B, que favorece el metabolismo; tiene muchísima fibra soluble e insoluble que protege el intestino, el colon y favorece la absorción de nutrientes.
Además, es muy fácil de hacer en casa, y así evitamos que contenga aditivos, gluten, lactosa o colesterol.
Entonces, si quieres conocer algunas de las ventajas de consumirla, te las compartimos a continuación:
Ventajas de la leche de almendras.
1. Al no contener lactosa, no afecta el aparato digestivo después de consumirla.
2. Disminuye los niveles de colesterol y triglicéridos; además aporta nutrientes esenciales a través del salvado y germen.
3. Es la que menos probabilidades tiene de causarte reacciones alérgicas.
4. Tiene la menor aportación de grasas en comparación con otras leches.
5. Es ideal consumirla cuando se sufre de diarrea o vómito, pues tiene altos niveles de potasio.
6. Previene los problemas como el estreñimiento, inflamación y gases.
7. Te ayuda a alcanzar la sensación de saciedad, que es ideal si estás buscando perder peso.
8. Se usa para fortalecer el sistema inmunológico; sobre todo para contrarrestar los microorganismos que afectan el sistema respiratorio.
9. Además, las almendras aportan energía y también son ricas en antioxidantes.
Para hacerla en casa?
Ingredientes:
1 taza de almendras (150 g).
3 tazas de agua (750 ml).
Canela (opcional).
1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional).
Preparación:
1. Coloca las almendras en un envase lleno de agua, asegurándote de cubrirlas. Déjalas en remojo durante toda la noche.
2. Al día siguiente, lava las almendras, escúrrelas y colócalas en la licuadora.
3. Añade a la licuadora 750 ml de agua, y licúa hasta que todo esté mezclado.
4. Pasa el líquido por un colador y ¡ya tienes lista la leche!
5. Consérvala en un frasco de vidrio esterilizado y limpio.
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Inspirada en una nota de La Nación.
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