«You are always one decision away from a totally different life.» – Anónimo
Crecer, estudiar, casarnos, trabajar, tener hijos y morir. Este es el paquete que nos venden desde que nacemos y el que seguramente funciona para la mayoría de las personas.
Para mi no.
Yo decidí hacer una pausa y tomarme 2 años sabáticos. Rompí el molde establecido por la sociedad, por mi familia, por la historia universal y hasta por mi mismo.
Fue la peor decisión que pude haber tomado… Y la que más feliz me ha hecho hasta ahora.
No pasaron grandes cambios ni hubo una ruptura emocional en mi vida antes de tomar esta decisión. Simplemente un día me di cuenta de que lo más valioso que tenemos es el tiempo… y yo estaba desperdiciando el mío.
En realidad no era un desperdicio, porque empleaba todas y cada una de las 18 horas que pasaba despierto haciendo algo que me encantaba. Mi trabajo como arquitecto era apasionante, retador y muy complejo. No me equivoqué al estudiar mi carrera ni odiaba levantarme por las mañanas para hacer un trabajo aburrido.
Todo lo contrario. Mi carrera profesional era exitosa, tenía un buen puesto y un buen sueldo y clientes encantados con mis diseños. No renuncié por que odiara lo que hacía, renuncié porque era lo único que hacía.
Dicen que cuando amas lo que haces no trabajas… Yo creo que todo tiene el potencial de convertirse en rutina y a la larga, aburrirte.
Si tu vida entera se va en prospectar clientes mientras entregas un proyecto nunca tienes tiempo para hacer nada más que trabajar. Y esto, a la larga, se convierte en un desperdicio de minutos.
Un buen trabajo te da los medios para comer en los mejores restaurantes. Yo iba, sí, con mis clientes y uno que otro día con mi familia. No recuerdo ni un solo platillo de los muchos que probé mientras tenía mi flamante posición como arquitecto.
Así que un buen día decidí que me tomaría 2 años sabáticos para hacer algo más aparte de trabajar. Cuando renuncié muchos amigos me criticaron (porque aceptar lo que se sale del molde no está en nuestro ADN), pero muchos otros hablaban de mi como alguien valiente y sin miedo.
La verdad es que no hubo un solo día en que no sintiera miedo. Salir de la zona de confort y enfrentarte a lo que no conoces no da miedo, da pánico.
Pero la decisión estaba tomada.
Las primeras 2 semanas fueron deliciosas. Levantarme tarde, desayunar con mis hijos, conocer las tienditas que había cerca de mi casa, comprar fruta en el mercado, ponerme creativo en la cocina, ir al cine, ver series, leer montones de libros que tenía pendientes y hasta meterme a un par de museos a los que no había tenido tiempo de ir.
Pasado el primer mes empezaba a aburrirme y los ahorros se esfumaban… Empecé a pensar en lo estúpido de mi decisión y a recordar con nostalgia los horarios, las rutinas y las responsabilidades.
Pasé un par de meses deprimido, reconsiderando la forma en que tomo decisiones, pero mientras esto pasaba me fui involucrando en rutinas que antes nunca tenía tiempo de hacer: sentarme en un parque, tomarme un café, leer, visitar a mis padres un martes al medio día… Y eventualmente, estos pequeños detalles se volvieron imprescindibles.
Stefan Sagmeister, un tipo brillante no solamente por sus diseños, tuvo la idea de tomarse 1 año sabático por cada 7 de trabajo. Cada 7 años él cierra su compañía, empaca sus maletas y se muda a algún lugar del mundo.
Mi esposa se hubiera divorciado si yo propusiera seguir sus pasos, pero me inspiró lo suficiente como para mantener mi decisión de tomarme 2 años antes de regresar a un trabajo estable.
Lo que no me imaginé en ese entonces es que en esos 24 meses haría los diseños más creativos que he hecho en mi vida. Bosquejos en servilletas que, cuando decidí abrir mi propio estudio de arquitectura, se convirtieron en planos de espacios con alma.
Sagmeister hablaba del poder del tiempo libre… Yo creo en el poder del tiempo.
Cuando tienes tiempo de sentirte vivo, de apreciar lo que te rodea, de saborear cosas tan simples como una taza de café… te sientes libre. Tu mente se libera de ataduras, responsabilidades y proyectos y comienza a crear. Cualquier cosa, incluso lo que no te imaginabas que podías hacer.
No todos nos podemos dar el lujo de cerrar nuestros negocios 5 meses al año como Ferrán Adriá para ponernos creativos, pero hacer una pausa de 1 o 2 años te dará la oportunidad de replantearte lo valioso que es el tiempo y lo fácil que es para nosotros desperdiciarlo, incluso haciendo algo que amamos.
Dicen que sólo 5% de las personas se toman un año sabático… Yo soy parte de esa estadística.
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