Ian Purkayastha es un claro ejemplo de cómo los padres pueden transformar la vida de los hijos y por qué no decirlo, convertirlos en unos visionarios empresarios.
Purkayastha primero fue atraído por el mundo de los hongos de lujo cuando tenía 14 años y fue a una expedición de forraje de setas con un tío en Arkansas.
Pero fue cuando probó un plato de raviolis de trufa negra, que encontró una obsesión que se transformaría en negocio, pues al escuchar una respuesta negativa de sus padres acerca de financiarle el exclusivo gusto por los hongos, decidió resolver el problema por su cuenta.
Con sus ahorros de cumpleaños y Navidad, pero sobre todo con una visión emprendedora, dio con una pequeña empresa en Provenza que podía enviarle un kilo, con 15 años de edad y 100 dólares de inversión, visitó los tres mejores restaurantes de Fayetteville, Arkansas, ¿el resultado? 600 dólares en la bolsa y un libro de facturas.
Así, el joven empresario no sólo encontró una manera de tener cerca las trufas naturales para deleite de quien aprecia el sabor de estos exclusivos hongos, sino que encontró la manera de entrar al mercado, lo que ahora le ha permitido formar su empresa Regalis Foods, encargada de surtir ingredientes de lujo como caviar, champiñones de élite y mariscos como el erizo de mar vivo a diferentes restaurantes reconocidos.
La aventura no termina ahí, Ian ya está cosechando sus propias trufas con ayuda de Marla, una perra especialista en olfatear trufa, de esta manera, el joven empresario se olvida de los cerdos que son igual de eficaces para rastrear el hongo, pero que al encontrarlo se lo comen.
Las trufas americanas pueden sonar un poco extrañas, pero Purkayastha sigue el ejemplo de un huerto en Tennessee que produjo 250 libras de trufas negras con un precio de 900 dólares por libra, algo que Ian señaló como «no está mal».
Purkayastha aconsejó para los que desean emprender el negocio, que busquen un terreno con clima templado que no sea muy caliente ni susceptible al fío, que sean propiedades sin árboles para evitar que éstos contaminen de alguna manera su cosecha, recomendó tener presente que el ph de la tierra debe estar en condiciones ideales para el hongo con un 7.9.
Entre las acciones principales está sembrar arbolitos de avellana y roble dejando el suficiente espacio entre ellos, para mojar sus raíces y llegar al objetivo final que es trufa negra.
Los avellanos crecerán más rápido y puede ser que sean los que primero presenten el tan anhelado hongo, sin embargo morirán antes, los robles tardarán más tiempo en madurar pero durarán más tiempo.
Otra recomendación es estar atentos a hoyos que puedan aparecer alrededor de los árboles ya que indicarían que hay animales haciendo de las suyas dándose el manjar antes de lo esperado y sí, deja que los perros olfateen la trufa y evita que tus dedos estén arrebatando el hongo del hocico de un encantador cerdo.
Así es cómo nació una historia que amerita ser contada y lo será. Ian es co-autor del libro Truffle Boy que saldrá a la venta en febrero, además se ha asociado con Williams-Sonoma para vender su trufa de sal, aceite y mantequilla.
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