¿Te apasiona lo que haces o eres un adicto al trabajo?
Nuestro trabajo se ha convertido en nuestra prioridad número 1, pues este logra que alcancemos nuestras metas, seamos más productivos y disfrutemos de la buena vida que nuestro salario puede pagar.
Aunque, una cosa es trabajar arduamente para sobresalir y otra obsesionarnos con nuestro trabajo.
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La adicción al trabajo puede ser una palabra que te parezca inocente e incluso tomes a la ligera, sin embargo, este problema es real y puedes provocar serios problemas en tus relaciones personales y en tu salud física y mental.
La psicoterapeuta Ana Jovanovic enlistó algunos de las señales que te convierten en un adicto al trabajo:
1. Un adicto al trabajo se siente incómodo y ansioso cuando no está trabajando.
Un adicto al trabajo siente que sus labores le dan comodidad, estructura y significado a su vida. Por lo tanto, cuando no lo hacen, llegan a tener sentimientos de culpa, inquietud e impotencia.
Incluso, podría sentir que está perdiendo el tiempo o viviendo sin un propósito, esto provoca que no se permitan disfrutar del tiempo libre.
2. Un adicto al trabajo siempre hace el trabajo su máxima prioridad.
No importa si la familia lo necesita, él se encuentra enfermo o si tiene vacaciones. Él siempre pondrá su trabajo por encima de todo.
“Para ellos, trabajar puede ser muy difícil, pero no trabajar es aún más difícil”, explica la especialista.
Los adictos al trabajo tienen menos probabilidades de pasar tiempo conectándose con otras personas, dentro y fuera del lugar de trabajo.
3. Un adicto al trabajo deja poco o nada de tiempo para otros aspectos de la vida.
El «tiempo libre» no existe. Constantemente se ponen a disposición de los compañeros de trabajo y están listos para volver al trabajo si es necesario.
De hecho, crean sistemas en los que son necesarios: gestionan de manera limitada, delegan mal y no confían en los miembros de su equipo.
4. Un adicto al trabajo no es dueño del problema.
La mayoría de los adictos al trabajo reales no aceptan ser adictos al trabajo, sino que desvían la culpa a circunstancias como la necesidad de una promoción, compañeros de trabajo perezosos o, naturalmente, tener demasiado que hacer.
5. Un adicto al trabajo no es feliz.
Las personas que sienten pasión por su trabajo y concentran mucha energía en lo que hacen no son adictos al trabajo. En cambio, los adictos al trabajo son infelices.
No se comprometen a hacerlo por diversión, sino con el propósito de tranquilizar las emociones negativas que provienen de no trabajar.
Si te identificaste con estas señales, es momento de bajarle a tu ritmo de trabajo, relajarte y reflexionar las razones porque te aferras a tu vida profesional.
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