Esta es una reflexión breve que nos puede cambiar la perspectiva de los problemas, retos o pasos no sólo para lograr el éxito laboral, también la felicidad o plenitud.
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Jorge Bucay
Jorge Bucay es un psicólogo argentino que ha ganado popularidad por sus más de 40 libros fundamentados en la escuela Gestalt.
Otra de sus facetas en las que su trabajo puede encontrarse es en audiolibros.
En esta ocasión queremos invitarte a la reflexión con uno de sus cuentos titulado «Los monjes zen».
Jorge Bucay lo subió a su canal oficial de Youtube y en 3 minutos con 13 segundos podrás quedarte con algo para reflexionar.
A continuación el video, de lo cual, lo más relevante no es la imagen, es el audio.
Aquí el texto «Los monjes zen»:
Había una vez dos monjes zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio.
Cuando llegaron al río, vieron a una mujer que lloraba en cuclillas cerca de la orilla. Era joven y atractiva.
-¿Qué te sucede?, le preguntó el más anciano.
-Mi madre se muere. Está sola en casa, al otro lado del río, y yo no puedo cruzar. Lo intenté, siguió la joven, pero la corriente me arrastra y no podré llegar nunca al otro lado sin ayuda.
Pensé que no la volvería a ver con vida. Pero ahora… Ahora que habéis aparecido vosotros, alguno de los dos podrá ayudarme a cruzar.
-Ojalá pudiéramos, se lamentó el más joven. Pero la única manera de ayudarte sería cargarte a través del río y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto. Lo tenemos prohibido, lo siento.
– Yo también lo siento, dijo la mujer. Y siguió llorando.
El monje más viejo se arrodilló, bajó la cabeza y dijo: “Sube”.
La mujer no podía creerlo, pero con rapidez tomó su hatillo de ropa y subió a horcajadas sobre el monje.
Con bastante dificultad, el monje cruzó el río, seguido por el joven.
Al llegar al otro lado, la mujer descendió y se acercó al anciano monje con intención de besar sus manos.
-«Está bien, está bien», dijo el viejo retirando sus manos, «sigue tu camino».
La mujer se inclinó con gratitud y humildad, recogió sus ropas y corrió por el camino hacia el pueblo.
Lo monjes, sin decir palabra, retomaron su marcha al monasterio. Aún les quedaban diez horas de caminata.
Poco antes de llegar, el joven le dijo al anciano: “Maestro, vos sabéis mejor que yo de nuestro voto de abstinencia. No obstante, cargasteis sobre vuestros hombros a aquella mujer a través de todo lo ancho
del río”.
-Yo la llevé a través del río, es cierto. Pero, ¿qué te pasa a ti que todavía la cargas sobre tus hombros?
¿A qué te lleva esta reflexión?
A que dejes ir, a que sueltes los pensamientos que sólo te nublan la vista de tus objetivos.
Además, actuar ayudando a otros es una manera de crear paz y reforzar tu vocación, en este caso para un monje es notorio, pero, desde tu profesión, ¿qué estás haciendo bien?
Escucha este cuento las veces que sea necesario y aplica su mensaje en lo que te está costando trabajo realizar.
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