A veces somos muy duros con nosotros mismos y, para colmo, solemos serlo en circunstancias en las que se pone a prueba nuestro carácter, podemos llegar a pensar que estamos fallando porque nada «nos sale bien», ¿te suena familiar?
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Si estás atravesando una de esas etapas en las que crees que si te sientas en un pajar te clavas la aguja, respira profundo y sigue leyendo.
Es cierto, quizá los planes no te están saliendo como esperabas y los resultados no sólo están lejos de tus expectativas, sino que parece que no se acercan a nada de lo que deseabas.
1. Si fallaste es porque lo intentaste.
Así que no te sientas mal por el resultado si a lo largo del proceso hubo satisfacciones, buenos momentos y aprendizaje.
2. Todo es temporal.
Si estás en un mal momento, tranquilo, también pasará y con el tiempo verás las cosas de diferente manera, con una perspectiva más clara.
3. Lo único constante es el cambio.
Así que, acostúmbrate a las evoluciones, quédate abierto a la adaptación y deja de quejarte de los aprendizajes de la vida.
4. Hiciste lo que pudiste y lo que quisiste, acéptalo con amor.
Valora tu empeño y enfócate en los aprendizajes, pero sobre todo, enfoca tu energía en todo lo que hiciste y las intenciones que tenías.
¿Era para mejorar? Entonces, el mensaje es síguelo intentando, por ahí no era, pero hay más alternativas, no te rindas.
5. Quizá no era el momento, llegará después.
Es una forma de pensar que si por algo hoy no se pudo, mañana entenderás los motivos, pero deja de presionarte y de subestimarte.
6. Si no fluyó, entonces no debía ser para ti.
Dicen que demasiado esfuerzo es una mala señal, así que si te esforzaste demasiado y aún así, el asunto no fluyó, es porque el Universo te tiene reservado algo diferente.
La vida no es fácil, pero no tienes que complicarla más siendo duro contigo.
Cuando sientas que todo te está fallando piensa que es bueno, porque puedes ver en qué te equivocaste, aprender la lección, corregir y continuar.
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