Un buen líder llega a tener aptitud mediante la experiencia y reflexión diaria, no se deja caer en la microgestión (del inglés micromanaging).
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Gestionar se define como estar a cargo o administrar algún establecimiento (compañía, empresa, restaurante, etc.), mientras que microgestionar se refiere a controlar cada parte del funcionamiento de dicho lugar, aunque sea el más pequeño.
La microgestión atenta contra los principios del liderazgo, es decir, guiar a tu equipo a ser cada vez mejor y explotar las capacidades de cada miembro. Hay 4 consejos que puedes seguir para evitar esto:
1. Escoge bien a tu equipo.
Hay dos pilares esenciales en las actitudes de las personas de tu equipo: la confianza y la capacidad. Saber quién de tu equipo está calificado para qué trabajo ayuda a evitar tu enredo en sus rutinas diarias.
2. Sé claro con tus expectativas.
Al delegar acciones y trabajos tienes que ser muy claro en lo que esperas de cada uno, trata de responderles las siguientes preguntas: ¿Cómo se vería el trabajo adecuadamente completado? ¿Hay ejemplos de esto con anterioridad?
3. No te adueñes del control.
Al mismo tiempo que eres claro con los desenlaces, debes de tener cierta flexibilidad sobre el camino que tu equipo escoja para llegar al fin. Tratar de dictarles exactamente cómo crees que deba resultar un trabajo bien hecho cae específicamente en la categoría de microgestión.
4. Retroalimenta a tu equipo.
Todos necesitamos retroalimentación en algún momento, no sólo para aclarar qué se puede mejorar, sino para aplaudir los objetivos bien logrados.
Si después de estos tips todavía sientes la necesidad de microgestionar el trabajo de alguien de tu equipo, es hora de hablar con él/ella sobre su rol.
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