Muchas veces, crees que solo necesitas validación externa y peor aún tú te invalidas en todo momento para ganarte a los demás.
Esto provoca que te sientas insatisfecho e infeliz con tu vida, además de insuficiente y que fracasas en todo.
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Crees que la vida, el destino o las personas de tu entorno no te dan lo que mereces, pero el problema es que te invalidas todo el tiempo y no luchas por lo que tanto deseas.
Solo te enfocas en cumplir expectativas y desgastarte por otras personas, mientras eres usado y no recibes lo mínimo.
Es momento de que veas que te has convertido en tu peor enemigo y te ves como una opción más en tu vida.
5 formas en las que te invalidas
1. Dejas a un lado tus necesidades.
Te invalidas porque crees que tus deseos, sueños y metas no valen, que necesitas ser un extra en tu vida de forma momentánea para después tener el éxito asegurado.
Dejar que otros brillen en tu propia vida y que los impulses a lograr sus metas no es lo mejor para ti.
No importa si te prometen que después te apoyarán y estarán para ti, mientras te sigas haciendo a un lado, ellos te verán como un cero a la izquierda y se olvidarán de ti cuando cumplan sus objetivos.
Necesitas empezar a ver que también eres importante y valioso, y que debes enfocarte en lo que tú quieres y mereces.
2. No escuchas tus sentimientos.
Sí, esto impide que logres tus metas y al mismo tiempo que te minimices. Porque te estás forzando a estar bien y no sentir nada por el bien de tus sueños.
Pero guardarte las cosas solo provocará que te sientas agotado y harto, lo que hará que no pienses ni actúes de la mejor manera.
Sentir tus emociones, entenderlas, dejarlas fluir y llevarlas al camino indicado, te llevará al éxito, pero guárdartelas solo te hará fracasar y vivir en la mediocridad.
3. Te culpas por todo.
Aunque haces cosas valiosas, importantes y de relevancia, no eres capaz de verlas, porque siempre estás enfocado en lo negativo.
En ver en qué te equivocaste y en que tú eres el único responsable de esa situación. Aceptas la culpa en todo momento, porque no confías en ti mismo.
Lo peor es que lo haces en situaciones que no estuvieron en tus manos y que no te competen, pero crees que así serás respaldado. Pero la realidad es que solo eres señalado y menospreciado.
4. Te criticas.
Te invalidas porque te has convertido en tu peor verdugo, uno que siempre está señalando tus errores y que siempre te exige cada vez más.
No importa si ya lo diste o lo estás intentando, para ti nada es suficiente y crees que debes ser perfecto, de lo contrario, eres un fracasado.
Necesitas ver que solo estás siendo malo contigo mismo y que no te criticas de una forma constructiva, sino una que te lastima.
5. No vas más allá.
Desde aferrarte a tu zona de confort hasta conformarte en un trabajo que no te impulsa profesionalmente y que tampoco te hace feliz.
No se trata de que te atrevas por un impulso desesperado o que emprendas sin tener nada planeado.
Si no que comiences a darte cuenta de que esperar en vez de planear y actuar, no te está beneficiando en nada.
Necesitas tener un plan B, C y si se requiere un Z. El punto es que dejes de hacer lo mismo de siempre esperando resultados diferentes.
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