Mientras tú aseguras ser el mejor y un hombre superior, la realidad es que eres mediocre y uno más del montón.
Tal vez, creas que no sabemos de lo que hablamos o que estamos exagerando, pero tus acciones demuestran que tienes un complejo de superioridad.
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Y esto no te beneficia en nada, solo causa que nadie quiere estar cerca de ti, no te respeten e incluso no tengas éxito en la vida.
Porque una cosa es tener buena autoestima y otra ser un hombre egocéntrico que cree que todos deben estar a sus pies.
Es momento de que veas que no eres superior en nada y solo te estás engañando a ti mismo:
Señales de que te sientes un hombre superior, pero solo eres uno más del montón
1. Eres arrogante.
Un hombre que es respetado, inteligente y un caballero, siempre tiene una actitud agradable y cordial.
Pero alguien que solo finge madurez y se siente superior a los demás, trata con desprecio a las personas de su entorno.
Solo es cortés con aquellas personas que cubren sus expectativas o que cree que pueden ayudarlo a la cima.
2. Presumes lo que no tienes.
Aseguras tener todo en la palma de tus manos o que puedes hacer lo que quieras sin ninguna represalia.
Sin embargo, solo estás mintiendo, exagerando o tratando de impresionar a otras personas.
Crees que de esta manera verán tu superioridad o te alabarán por todo lo que dices tener. El problema es que dices mucho y demuestras poco.
3. Tu opinión es la única que cuenta.
Delatas que eres un hombre del montón porque crees que lo sabes todo o que tu opinión es la única que merece ser escuchada.
No es que tengas más conocimiento que el resto de personas o tengas los fundamentos necesarios, si no que solo quieres imponer lo que tú crees que es lo correcto.
4. Quieres ser admirado, pero no respetado.
Es decir, en todo momento buscas reconocimientos, alabanzas o que te aplaudan por tus logros, no importa si los alcanzaste de una forma sencilla o se los robaste a alguien más.
El punto es que otros te admiren y se impresionen por lo que logras.
Sin embargo, nadie valora lo que haces y menos respetan tus logros o tu “esfuerzo” porque saben que no existe.
5. No eres responsable de nada.
Aunque aseguras ser un hombre inteligente y maduro, la realidad es otra, sobre todo porque nunca aceptas cuando te equivocas.
No te gusta o no puedes hacerte responsable de tus errores y prefieres enojarte, echarle la culpa a alguien más o fingir que nada pasó.
6. Todos te envidian.
Estás tan obsesionado contigo mismo que crees que el mundo gira a tu alrededor y que todos te envidian o quisieran ser tú.
Pero la realidad es que muchos te ven como el claro ejemplo de lo que no quieren ser en la vida.
7. Te enfocas en lo que otros no tienen.
Es decir, en todo momento quieres demostrar que eres mejor que otros, que puedes ganarles o que no estás a tu nivel.
Desperdicias tu tiempo en ver cómo puedes vencerlos y hasta en meterles el pie.
Sin embargo, en ningún momento trabajas por ti y por tu éxito, solo te esfuerzas para demostrarle a los demás que eres el mejor, cuando claramente eres uno más del montón.
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