¿Conocías este cuento budista?
El budismo no es una religión, es una corriente filosófica que surge a raíz de un primer «iluminado», Siddhārtha Gautama (el Buda clásico).
En ella puedes encontrar un sinfín de momentos de reflexión, desde cuentos, historias y hasta lecciones sobre la vida, la importancia de entenderla, vivirla y mejorarla.
Te recomendamos:
Las reglas no negociables que sigue una pareja feliz y estable
5 formas en las que una mujer te demuestra su amor incondicional
Hemos encontrado un cuento budista que es una reflexión sobre las verdades más simples que son a su vez, las más difíciles de aceptar.
Puesto que eso significa cambiar radicalmente las bases sobre las que hemos sustentado nuestra propia idea de existencia…
El cuento budista…
Dicen que una vez un famoso poeta chino decidió estudiar la sabiduría de Buda. Para hacerlo, viajó un largo camino para encontrar un gran maestro Zen y cuando tuvo la oportunidad, le preguntó:
– ¿Cuál es la enseñanza más importante del Buda?
– No lastimes a nadie y haz lo bueno, replicó el maestro.
– ¡Qué absurdo! exclamó el poeta. He viajado miles de kilómetros para encontrarte porque eres considerado un maestro muy sabio, ¿y esa es la respuesta que me das? ¡Incluso un niño de tres años podría decir eso!
-Puede ser que un niño de tres años sea capaz de decirlo, pero es difícil ponerlo en práctica, incluso para un hombre viejo y sabio como yo, dijo el maestro sonriendo.
El cuento budista que te ayudará a entender 3 verdades difíciles de aceptar
Una de las cosas más interesantes de la filosofía oriental, como el budismo y el taoísmo, es su simplicidad.
Sin embargo, algunas de las ideas que promueven son muy difíciles de aceptar, especialmente para las mentes occidentales.
Aquí hay algunos refranes de Buda para aceptar las verdades de la vida:
1. No eres lo que dices, eres lo que haces,
Creemos que nuestras creencias y valores nos definen como personas. En cierto sentido es así, pero esta afirmación no es del todo cierta.
No somos mejores personas simplemente porque creemos en algo o hemos aceptado ciertos valores como nuestros estándares de comportamiento.
Lo que nos transforma en quienes somos son nuestras acciones.
Esta parábola nos alienta a no caer en el error de pensar que somos mejores simplemente porque tenemos más ideales puros o buenas intenciones.
Debemos asegurarnos de que estos valores e ideas tengan una salida práctica, de que haya una congruencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos.
No solo somos buenas personas por lo que pensamos o sentimos, sino por lo que hacemos.
2. No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan.
En el taoísmo no hay diez mandamientos ni leyes complicadas que determinen qué es bueno y qué no.
Solo hay una regla: no herir a los demás, abstenerse de causar daño, sufrimiento y dolor.
Debemos comportarnos con los demás de la misma manera en que nos gustaría que se comporten con nosotros.
El problema con esta regla es que siempre es más fácil culpar a los demás en lugar de asumir la responsabilidad de los errores que cometimos.
Por supuesto, esta regla aparentemente simple también tiene otra implicación importante, ya que es imperativo que primero podamos amarnos a nosotros mismos.
Si caemos en hábitos autodestructivos, terminaremos haciendo solo daño a los demás.
Para aceptar y practicar esta verdad, necesitarás hacer un gran trabajo dentro de ti, algo que muchas personas no están dispuestas a hacer.
3. La madurez no es sumar, sino aprender a restar.
La sociedad ha estado preocupada por crear necesidades falsas. Entonces nos mantiene ocupados y estresados mientras intentamos obtener todo lo que nos brinda la seguridad o el bienestar que deseamos.
De hecho, la vida es mucho más simple, y una vez que se satisfacen nuestras necesidades básicas, no necesitamos mucho más para ser felices.
Pensamos erróneamente que la vida consiste en agregar más y más.
Creemos que agregar es sinónimo de éxito y felicidad, cuando en realidad es solo una expresión de miedo, insatisfacción y caos.
Aceptar que no necesitamos agregar, sino aprender a restar, es difícil porque implica un cambio radical en la forma en que entendemos la vida. Pero el resultado es extremadamente liberador.
El maestro zen del cuento budista nos invita, de alguna manera, a liberarnos de esta necesidad de agregar y complicar todo para abrazar la simplicidad.
Él nos enseña que a veces las grandes verdades son las más simples y que para encontrar el equilibrio a veces es necesario volver a los orígenes y eliminar de las cosas todas las capas superfluas que hemos construido a su alrededor.
Síguenos en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.